miércoles, 16 de julio de 2014

Las "Nínives" de nuestro tiempo

Aunque no sabemos quién escribió Jonás, ni en qué fecha (se estima que entre el siglo 8 y 2 a,C) y tampoco sabemos si es cierto o ironía el relato que nos narra el librito... lo único que sí sabemos en estas relecturas que estamos haciendo, es que nos deja grandes lecciones.


Empecemos la aventura haciendo una relectura de los primeros dos versículos. Dios le ordena a Jonás ir a Nínive, a esa "gran cuidad" de la que ya hemos hablado antes, que según la arqueología no fue como el relato nos la pinta. Nunca tuvo un rey, solamente fue posada de algunos reyes como Senaquerib. Fue destruida en el 612 a,C  y nunca más fue reconstruida. Tampoco era tan grande.

Para Israel, y especialmente para Jonás el profeta nacionalista, Nínive representa crueldad, paganismo, pecado y opresión hacia Israel. En pocas palabras, Nínive era una asquerosa enemiga. Una enemiga que merece todo el castigo de Dios. Un castigo grosero y fulminante, pues bien merecido se lo tenía.

No obstante Dios aparece en la escena y le dice a Jonás:
—Hey Jonás, levántate y ve hacia Nínive. Dile que estoy hasta el hartazgo de su maldad. Pero que los perdono si se arrepienten.

Para Jonás esa orden debió resultar un poco descabellada: ¿En serio Dios quiere mostrar amor a nuestros enemigos? ¿En serio Dios quiere tener misericordia de esos pecadores, paganos y asquerosos mortales? ¿A Dios le pasa algo? ¿Cómo es posible que Dios quiere ayudar a Nínive?... estas y otras preguntas quizá pasaron por la mente de Jonás, hasta que finalmente decidió desobedecer.

Uno deja de ver rídiculo a Jonás hasta que comienza a pensar en que nosotros también tenemos Nínives a las que no queremos ir en obediencia a Dios. Justo como Jonás, condicionamos la soberanía de Dios a lo que a nosotros nos parece "bien".

No queremos ir por ejemplo, o no dejamos a los jóvenes ir, a las universidades a estudiar y ser intelectuales. Decimos que si van, seguramente perderán la fe. Y por eso tenemos nuestras iglesias llenas de ignorantes.

No queremos ir, o no dejamos ir a los jóvenes, a formarnos académicamente para redimir las artes y la cultura. Por eso tenemos teatro, música, películas, escritores, bailarines... hablando cosas que no ayudan a la humanidad, solo al ocio. Y un ocio que pasa del entretenimiento a la vulgaridad. Y por otro lado, tenemos a muchos frustrados predicando sermones en las congregaciones cuando en realidad quieren estar actuando o bailando para gloria de Dios y reivindicación del arte y la cultura.

No queremos ir, o no dejamos ir a los jóvenes, a prepararse y participar en política y en elecciones. Por eso tenemos sentados en nuestros cultos a jóvenes que podrían cambiar la historia de este país. Mientras tanto, los mismos políticos y corruptos de siempre siguen reeligiéndose en la Asamblea Legislativa y alcaldías de nuestros municipios.

Supuestamente oramos
—Dios envíame a mí, a donde sea yo iré. Al África y las naciones yo iré. Quiero ir de misionero/a.

Y Dios responde:
—ok, no quiero que vayas tan lejos como África. Solo quiero que vayas a la Universidad, te prepares y hagas algo por tu país. Que vayas y anuncies mi misericordia.

***
Espero que el miércoles también puedas pasar por el blog de los irreverentes y seguir con nuestras relecturas que estamos haciendo a Jonás.

Relecturas de Jonás (Clic para ir al enlace)

0 comentarios:

Publicar un comentario