miércoles, 9 de julio de 2014

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Jonás al descubierto

La Biblia es, sin duda, un libro apasionante. Leerlo a la ligera, por un compromiso "cristiano" y por cumplir con alguna cuota religiosa, resulta aburrido y nada provechoso. Por eso desde este blog de los irreverentes quiero proponer todos los miércoles algunas relecturas que podemos hacer a ese libro para encontrarle sabor y algunas enseñanzas que podemos aplicar a nuestra vida aquí y ahora. 




Estas relecturas nacen desde el hambre de ir más allá de lo que nos dicen en los púlpitos. Estas relecturas intentarán abrirnos un panorama más amplio para entender el contexto social-político-económico-religioso-cultural en que fue escrito. Porque lógicamente no podemos entender la biblia sin entender todo lo que rodea al texto.

Para comenzar, inauguraremos esta sección del blog con la relectura al pequeño libro de Jonás. Iremos paso a paso por el texto con la intención de descubrir todo el tesoro escondido en él y que muchas veces pasamos por alto porque leemos por el simple hecho de leer y sentirnos, con eso, muy espirituales. 

Debo confesar, antes de continuar, que me voy atrever a escribir sobre Jonás después de unos tres años que llevo leyéndolo e investigando sobre él, a la sombra de grandes biblistas, teólogos, académicos e historiadores que iré citando a lo largo de estas publicaciones.

Por hoy, y para comenzar esta aventura con Jonás, quiero plantear una pregunta: ¿es Jonás una historia verídica o simplemente un bello relato literario?

Cuando uno lee por primera vez a Jonás resulta hasta gracioso, cargado de ironía sin igual. Es risible por ejemplo que Jonás quiera huir de Dios, siendo un profeta tendría que saber que uno nunca puede esconderse del Señor. Luego uno puede hasta carcajearse al ver el cinismo de Jonás y decir a los marineros "hey, esta tempestad es por mi causa. Tírenme al mar y verán cómo se calma". Y ni hablar de cómo un gran pez se tragó a Jonás y luego lo vomitó (creo que Disney se inspiró en Jonás para hacer que Jepeto, el abuelo de Pinocho, lo tragara un gran pez).

Luego, y para entrar en lo serio, no se puede comprobar la exactitud histórica del relato por varias razones. Por un lado, Ninive nunca fue como se menciona en el libro, no tuvo un rey. Tampoco hay registro de que sucedió una gran conversión, como la planteada en Jonás. Lo histórico no encaja en este relato, porque es más, Jonás hijo de Amitay (el que vivió en tiempos del Rey Jeroboam II, siglo 8 a.C) no concuerda con el mencionado en el libro. 

Ahora bien, que no haya exactitud histórica no quiere decir que el libro de Jonás no tiene validez. ¡De ninguna manera! La veracidad del libro no tiene nada que ver con la exactitud histórica. La veracidad tiene que ver con el propósito del libro que es simplemente mostrarle a los israelitas que ellos no son dueños de Dios por ser su "pueblo escogido" y que Dios en su soberanía puede amar y ayudar a los pueblos paganos con distinta religión, pensamiento, moral y cultura.

Por ahora quiero dejar esto hasta acá, esperando se genere un debate sobre ¿Privatizamos a Dios cuando creemos que solo es Dios de nuestra iglesia? ¿Privatizamos a Dios cuando sostenemos que los demás, porque no creen igual a nosotros se irán al "infierno"? ¿Privatizamos a Dios cuando pensamos que los de otras religiones, prácticas sexuales, cultura... no pueden ser amados y ayudados por Dios?

Si nuestras respuestas son sí, lo que pasa es similar a lo que pasó con Jonás, entendía que Dios era solo de Israel y por eso no iba a los pueblos a anunciar las misericordias de Dios. Cuando pensamos que Dios es solo nuestro, no concebimos que puede amar a los de la diversidad sexual, a los pandilleros y a todos los demás que no van a nuestra iglesia y no creen como nosotros sobre Dios.

Fuentes consultadas: 
A. Bender, "El lenguaje de Jonás como indicio de su fecha"
Comentario Iberoamericano, Jonás, Justo González  

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