martes, 3 de septiembre de 2013

, ,

Los dibujos de "el Gato"

―Quiero ser diseñador gráfico― me dice, mientras sus ojos brillan y en sus labios se asoma una sonrisa con aire de esperanza.
Samuel, el Gato

Samuel, mejor conocido por sus amigos de la calle como el Gato, se pasa sus días dibujando y pintando en un cuaderno sucio y con pocas páginas amarillentas que encontró en un volcán de basura. Nació hace veintiún años en San Sebastian, San Vicente, creció en una casa hogar y ahora vive en la calle.

―Samuel, ¿Conoces a tus padres? ― después de varias pláticas superficiales y visitas a su “hogar” situado debajo del paso a desnivel que conecta al centro histórico de San Salvador con San Jacinto, me he ganado su confianza y por eso me atrevo a preguntarle sobre su vida.

―A mi papá no lo conozco. A mi mamá la he visto unas cuatro veces―me responde. Los ojos inmediatamente se le llenan de lágrimas que quiere disimular al lanzar su mirada sobre su hombro derecho con una expresión que deja entrever la tristeza que le provoca el recuerdo que la pregunta acaba de sacarle de su mente.

―Si solamente has visto a tu mamá unas cuatro veces ¿Dónde creciste?

―Desde muy pequeño estuve en una Casa Hogar

― ¿Cómo llegaste a esa Casa hogar?

―Por una amiga a la que le dicen “la Coyola”. Ella ayuda a los jóvenes de la calle.

― ¿Y cómo es la vida en esa Casa Hogar? ¿Te gustó? ¿Era mala?

―Era chivo, me daban de comer. Estudiaba. Pero me engañaron y me salí.

En El Salvador existen instituciones del gobierno y no gubernamentales que atienden a la niñez en situación de calle y riesgo. Entre esas instituciones hay cinco Aldeas Infantiles SOS, tres Centros Sociales y 25 Hogares Comunitarios, asistiendo a más de 1,600 niños, niñas y jóvenes donde se les provee alimento educación y un techo. En una de esas Aldeas fue que el Gato creció.

Cabe destacar que la cantidad de niños y niñas atendidos no supera el número de los que están en condición vulnerable. Niños y niñas que ya nacieron en la calle y que desconocen el significado de familia porque jamás han sido parte de una. Se pasan los días sin propósito en la vida, limpiando parabrisas en los semáforos y así ganar un par de monedas para conseguir más pega, su adicción desde temprana edad.

― ¿Te engañaron? ¿Quién? ―Continúo preguntándole a Samuel.

―Sí, es que un bicho me dijo que a nosotros nos iban a llevar al ISNA y que en ese lugar las cosas sí eran feas. Que violan a todos los nuevos. Tuve miedo y me fui con ese bicho, nos escapamos.

― ¿A dónde fueron?

―A San Salvador.

El Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y Adolescencia ―ISNA― alberga cerca de dos mil 700 niños y niñas que han llegado al lugar principalmente por tres causas: negligencia, maltrato y abuso. Pero esto del ISNA amerita una investigación y crónica aparte.

― ¿Qué se hizo ese amigo con quien te escapaste? ―sigo interrogándolo con curiosidad.

―Se fue con su familia, en Soyapango.

― Y fue después que llegaste acá, debajo de este puente.

―Sí, otro bicho del que me hice amigo me trajo aquí.

― ¿Quién te trajo acá? ¿Está aquí?

―No, también se fue a su casa.

― Cuando ves a tus amigos que se van a sus casas ¿No te dan ganas de irte a la tuya también?

―No, es que tengo mucha familia pero no me gusta estar con ellos. Es que como nunca viví con ellos, me siento mejor así. Solo―me expresa ensimismado ―. La cosa es que tengo dos hermanos. A ellos sí los aprecio―.

― ¿Los ves seguido?

―No, es que uno está preso y el otro trabaja en los controles de los buses. Pero esta es mi casa, esta es mi familia. Todos estos son mi familia―me comenta mientras extiende su mano sucia y con su índice me señala a los demás indigentes que están cerca, sobre un colchón viejo oliendo pega y sumergidos en sus propios mundos.

― ¿Te gustaría salirte de la calle?

―La calle me aburrió, me gustaría salir adelante. Creo que si Dios me ayuda y me lo propongo puedo salir de aquí.

― ¿Hasta qué grado estudiaste en la Casa Hogar?

―Hasta quinto grado. Tenía un profesor italiano que nos enseñaba a dibujar. Todo lo que él veía lo dibujaba. A mí me gusta dibujar por eso.

― Si tuvieras la oportunidad de seguir estudiando ¿qué te gustaría estudiar?

―Quiero ser diseñador gráfico―me dice, mientras sus ojos brillan y en sus labios se asoma una sonrisa con aire de esperanza. Luego me enseña, con una chispa de felicidad, sus dibujos más recientes.

―En serio que tienes talento… ¡Que buen dibujo este! Y este otro también, me gusta mucho este en el que dibujaste a alguien―le digo para animarlo― ¿Si alguien pudiera ayudarte qué le pedirías?

―Yo quiero estudiar, quiero trabajar. Quiero dibujar. Me siento muy bien cuando dibujo a alguien y la persona también se siente bien. Si alguien me puede ayudar, quiero eso.

Niña en condición de calle, en Alameda E. Araujo, San Salvador

***

Si usted quiere ayudar a Samuel puede contactarnos a la siguiente dirección electrónica: info@paxnoticias.com o a mi correo personal ezequiel_barrera_@hotmail.com

1 comentario:

  1. Interesante conocer a este tipo de personas, muchas veces solo las jusgamos, sin ponernos a pensar en sus sentimientos,aspiraciones,sus sueños; son personas necesitadas de un amigo,una muestra de cariño,de atencion para que puedan saber su valor y animarlos a ser mejores personas.

    ResponderEliminar