miércoles, 2 de julio de 2014

Ya no callaré

Pido perdón por muchas veces que he pedido perdón por lo que digo que creo y cuestiono en este blog y en mis redes sociales. Tantos perdones he pedido que se me acabaron y solo tengo uno, el que quiero usar conmigo.

Me perdono por auto censurarme y siempre depender de lo que alguien puede decir. Me perdono y soy libre para decir lo que creo, pienso y cuestiono. ¡Soy libre y nadie puede decirme lo que debo decir o callarme! (Y realmente ya no me interesa lo que digan de mí).

Me he perdonado para decir sin anestesia que soy un heterosexual que apoya todos los derechos de mis amigos y amigas de la comunidad de lesbianas, gay, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI). Es más, pienso que la homofobia es pecado, la homosexualidad quizás no. (y si el infierno existe, cosa que no creo, algunos de los que estarían allí serían los homofóbicos)

Me he perdonado para decir que no creo en el dios que han creado los líderes religiosos que pone por encima de la dignidad humana: el diezmo, las doctrinas, las actividades eclesiales, el dogma... ¡Sí, soy ateo de ese dios! Creo mas bien en el Dios de Jesús, ese que estaba a favor de los pobres y marginados.

No creo en esas tonterías del machismo y el patriarcado que hemos heredado de las religiones. Creo en la libertad de las mujeres para pensar, hacer, decir, vestir... como quieran. Ellas son libres de hacer lo que quieran con su cuerpo y la iglesia no tiene ningún derecho sobre ellas. Es más, estoy en contra de que creamos que Dios es masculino, él no es ni masculino ni femenino. Pero por si acaso, espero que la Diosa los bendiga.

Creo en un Estado laico. Las iglesias, ni católicas ni evangélicas, deben meterse con el Estado. Aunque espero que al menos formen jóvenes con valores y apasionados por la política como forma de hacer algo por los más vulnerables de este país.

Creo que todavía existimos los que no estamos afiliados a ningún partido político. Y bien podemos criticar o aplaudir lo que hagan los de derecha y de izquierda.

Así que, en fin, me he perdonado para no callarme y ser incómodo en mi comunidad cristiana, al igual que ser incómodo para este y próximos gobiernos.

Me he perdonado para no sentirme culpable cuando cometa errores y tenga que retractarme. Soy humano, imperfecto y no poseo la verdad absoluta (de hecho creo que la única verdad absoluta es que no existen verdades absolutas).

Les animo a que ustedes también se liberen. Digan, opinen, escriban lo que les gusta y no les gusta. Al final son libres para hacer o dejar de hacer lo que quieran. Para esto solo hay, creo, una condición: ¡Que siempre respeten a los demás!

Y por fin, todos y todas, perdonemos nuestra falta de interés hacia los demás. Luego de hablar, con libertad, hagamos algo por los demás. Lo que sea, pero hagamos algo.

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