jueves, 22 de agosto de 2013

Entrar a Iberia en estos tiempos

Cuando se gana mala fama, es difícil desligarse de ella. Eso cuenta también para comunidades como la Iberia —en San Salvador— que durante un tiempo se volvió muy popular. 
Aproximadamente la habitan 8 mil personas que en su mayoría experimentan paupérrimas condiciones económicas. Según datos oficiales de 2010, el 25 por ciento de la población es pandillera, 25 por ciento es familiar de ellos y el otro 50 por ciento son espectadores de lo que sucede.

En un kilómetro cuadrado —que es la extensión territorial de Iberia— se han dado numerosos hechos delincuenciales. El intercambio y lluvia de balas entre pandillas, homicidios, extorsiones, venta y consumo de drogas… y una interminable lista de actividades delictivas han sido el “pan de cada día” en ese lugar.

Iberia ha sido uno de los territorios donde las normas han sido dictadas por las pandillas: "ver, oír y callar", la pandilla domina todo y tiene ojos en cada rincón. El que no acate estas normas está condenado a sufrir consecuencias mortales.

Por eso a uno se le pone la piel erizada y crea una paranoia cuando sabe que tiene que visitar la comunidad con un afán periodístico. 

He llegado ya varias veces a Iberia porque estamos trabajando con el equipo de PAX NOTICIAS en una investigación periodística que nos revele "La otra cara de Iberia". 

Hace un par de días llegué sin compañía para cubrir una jornada odontológica que se realizó en favor de niños y niñas de la parvaluria "Semillitas de Mostaza", que dicho sea de paso algunos de esos infantes son de escasos recursos económicos y otros también tienen algún tipo de vínculo familiar con pandilleros activos y retirados del lugar.

Al entrar a Iberia, lo primero que encuentro es ventas de frutas y una que otra señora vendedora de pan. Según algunos habitantes, esas ventas servían —¿siguen sirviendo?— como "postes", o mejor dicho informantes de la pandilla de quiénes entran o salen de la comunidad.

Fijo mi vista en una mujer con aspecto de hombre porque de reojo me di cuenta que ella la clavó en mí primero.

— ¡Buenos días!— exclamo.
— Buenos días muchacho— me responde con vos seca y tosca.

Acelero mi paso a grandes zancadas porque su mirada me ha incomodado. Al bajar y adentrarme en la comunidad me doy cuenta que hay un grupo de jóvenes con aspecto de pandilleros. Hago como si su presencia en mi camino no me afecta. Ellos me ignoran — al menos eso me hacen pensar— .

— ¡Buenos días!— vuelvo a exclamar, pero esta vez a un soldado que fuera del cuartel instalado desde el 2010 en la comunidad, se come un pedazo de pan dulce.

— ¡Buenos días!— me contesta, todavía con un bocado sin tragar.

Al fin logro llegar al lugar de la jornada odontológica y hago lo que tengo que hacer en mi misión periodística. Me fijo en los alrededores de donde estoy, no pasa nada fuera de lo normal. Todo parece transcurrir sin novedad delictiva. La vida en la comunidad, ahora,  no es igual a lo que nos contaban los medios de comunicación hace unos años. Incluso se respira una paz que destila del suave viento que se desprende de los pocos árboles que hay en Iberia.

Al regresar por el mismo camino para salir de la comunidad me siento más seguro, menos miedoso y hasta me doy cuenta de cosas que antes no había visto entre los pasajes y calles por estar ocupado en mi mente tratando de fingir valentía y gallardía.

Me reencuentro con la mujer vestida de hombre, y esta vez se me acerca bloqueando mi paso.

— Hey, chino pásate un vara. Haceme el paro— me ruega, mientras me clava su mirada como buscando en mis ojos miedo y algo que le pueda dar.

— Justo el pasaje del bus ando. Si tuviera en mi bolsillo algo más, con mucho gusto te lo daría— le digo con seguridad y firmeza en mis palabras.

— "¡Orale chino!", que te vaya bien— me responde, mientras se aparta del camino para que yo salga de la comunidad.

— ¡Gracias!— le contesto, al mismo tiempo que le dedico una sonrisa.

Entrar a la Iberia en estos tiempos ya no es igual que hace unos años. Entrar a Iberia y conocer su realidad actual es una esperanza que no todo está perdido. Entrar a Iberia y conocer lo que un pastor evangélico, decidido y valiente, ha hecho durante los últimos años nos regala un aliento más.

Por eso, muy pronto en PAX NOTICIAS conocerás "La otra cara de Iberia", una investigación en la que hemos trabajado desde hace ya un buen rato.

1 comentario:

  1. Muy buena la investigación inicial Eze. Espero que podamos recopilar todas las experiencias vividas hasta hoy. Un abrazo y adelante con este proyecto innovador y eficaz que ablandara algunos corazones para que se unan a este proyecto hacia una cultura de paz comunitaria.

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