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Mientras cantamos alabanzas, la empresa privada espera cual ave de rapiña para arrebatarnos la vida líquida que Dios nos ha dado.
El sábado 22 de marzo se conmemora a nivel mundial el Día Mundial del Agua. El jueves 20 de marzo, distintas organizaciones tanto sociales como ambientales marcharon rumbo a la Asamblea Legislativa salvadoreña para exigir a los parlamentarios la aprobación de una Ley General de Aguas que garantizaría entre otras cosas la no privatización del vital líquido, y el derecho humanos al agua.
No quiero disfrazar mi opinión de noticia. Como periodista acompañé dicha marcha en una cobertura normal, Ya se imaginarán el ambiente lleno de protestas y consignas a favor del cuido del agua, música de protesta, pancartas de denuncia y mil artilugios más dignos de una manifestación de las calurosas calles de San Salvador, -muy justa por cierto-.
En ese escenario aparecieron dos personajes con apariencia de haber salido de alguno de esos monasterios orientales que se suelen ver en documentales de televisión. Sin embargo, eran dos sacerdotes católicos vestidos con sotanas color café, un bolso de manta, sandalias, y un tecomate (recipiente autóctono) lleno de agua. Uno con anteojos; el otro con su barba blanca, larga y su cabello cano.
Uno de los sacerdotes da una entrevista a la prensa, sobre el apoyo de su iglesia en temas ambientales
Foto/Alfredo Carías
No quiero detenerme en quiénes son ni de dónde venían; Mi planteamiento trasciende a cuestionarme ¿Y los evangélicos en qué parte de la marcha vienen? Para mi desgracia, no alcancé a ver a ninguno de esos; esos mis pastores que con saco y corbata regañan a la congregación el domingo por la mañana por no diezmar, por alcoholizarse o mentir.
Ahí, en esas marchas también quisiera ser representado por quienes se sientan a dar conferencias de prensa para "dar la opinión evangélica" de temas que no trascienden en justicia, dignificación de la vida y denuncia de desigualdades sociales y del pecado estructural del Estado.
Pareciera que la iglesia evangélica no le importa, o peca de desconocimiento sobre los temas que a futuro, definirán quien bebe agua y quien no en El Salvador.
"Mi pueblo falleció por falta de conocimiento" le dijo Dios al profeta Oseas (Oseas 4:6) Ese desconocimiento que puede volver a matar a un pueblo evangélico por la falta de interés en temas ambientales.
Mientras cantamos alabanzas, diputados deciden si privatizar el agua o no. Mientras tenemos apariencia de piedad dentro de la iglesia, la empresa privada espera cual ave de rapiña para arrebatarnos la vida líquida que Dios nos ha dado.
Iglesia Evangélica, usted también toma agua, sus hijos lo harán, y sus nietos también. Preocúpese más por las decisiones ambientales de los políticos, y no por si es bueno o no cambiarle de nombre a un aeropuerto.
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Mario Beltrán
Licenciado en Comunicaciones. Periodista de Pax Noticias. Integrante de la banda de rock salvadoreña Letmac. Inconforme con el sistema, irreverente y con muchas ideas para que todos y todas construyamos un mejor El Salvador.
Twitter @mariitobeltran




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