¿Cuál es el diagnóstico que usted le hace a la iglesia evangélica salvadoreña? ¿Cómo está actualmente? Esto en referencia a la misión integral.
Cuando hablamos de iglesia evangélica en El Salvador no podemos generalizar. Hay pastores que están en deuda con la realidad y con el evangelio, y hay pastores que no. El problema es que la iglesia no ha influido en la sociedad de la manera en que se esperaría si las estadísticas nos dicen que el 38.2% de la población es evangélica. La iglesia reconoce liderazgos que son realmente anti liderazgos y desconoce e ignora a los verdaderos líderes que trabajan en función del Reino hombro a hombro con las personas, pero que pasan desapercibidos y que no tienen una figura mediática reconocida y que no son populares, ni estrellas “rock star”. Esos líderes son los que pueden y tienen el potencial de incidir en la sociedad. No son valorados….
¿Por qué no son valorados?
Este tipo de liderazgo no es valorado porque no responde a los criterios “hollywoodenses”, pero esos criterios no son los bíblicos, o no son un criterio de un liderazgo en el modelo de Jesús. De hecho que el modelo de Jesús es un modelo fracasado. Jesús fracasa en términos humanos porque termina excluido, marginado y en un basurero de la periferia, en Gólgota. Por el mundo no se reconoce su liderazgo, pero ese no es el problema. El punto es cómo Dios reconoce ese liderazgo.
¿Cuál puede ser la propuesta que el liderazgo evangélico salvadoreño y la iglesia pueden dar a la realidad nacional impregnada por la pobreza que genera, entre otras cosas, violencia?
La iglesia puede hacer un aporte importante. Pero no solo la iglesia, pensar que solo la iglesia tiene la respuesta es un pensamiento mezquino. La respuesta para la sociedad debe venir de la iglesia, de los estudiantes, de las oenegés, de la sociedad civil organizada… no creo que venga de las élites porque no están interesadas en esto, es más, esto les conviene. Quizá uno de los mayores aportes que puede hacer la iglesia, para empezar, es no estorbar. Y no estorbar con posturas engañosas y espiritualistas de la realidad. Y luego, como lo mencionamos en el libro, abrirse a las iniciativas en pro de la liberación, de la renovación de la sociedad y en pro de la ayuda a favor de los menos favorecidos. Ahora, la realidad violenta del país responde a condicionantes históricas, nosotros no somos violentos porque lo traemos en los genes, es una cuestión que estructuralmente se condicionó así. Las clases dominantes ejercieron la violencia y el terror como mecanismo de dominación, y las clases dominadas asimilaron el terror para reaccionar. Por eso las muertes violentas son un círculo vicioso que tiene sus antecedentes desde la colonia y después ya con el liberalismo europeo que fue pseudo-asimilado por las clases dominantes. Ante esto hay que reaccionar y hay que re-culturizar a la sociedad salvadoreña, en ese sentido la iglesia debe promover una cultura de paz, re-educándonos en las bienaventuranzas de Jesús que bendecido a los artesanos y constructores de la paz.
¿A qué cree usted que se debe la apatía de sectores evangélicos a trabajar por el bienestar de la comunidad?
Lastimosamente hemos sido influenciados por doctrinas norteamericanas en las cuales hay un desprecio por la material, cuando la Biblia nos enseña que todo ha sido creado por Dios y él valora su creación, valora al ser humano en su corporeidad. Una de las cosas que explica esos aislamientos o escapismos es esa visión distorsionada de lo material que casi llega a un desprecio por el cuerpo. Cuando nosotros mencionamos en el libro que el cuerpo es lo que facilita la espiritualidad es porque primero se dio el cuerpo en la creación y después se dio el “ruaj”, el solo, hálito de vida. Lo otro que explica esa apatía es la premisa política tan burda de que le cristiano no debe meterse en política, y esa es una política (la política de no meterse en política). Esa apolítica fue una herramienta anti insurgente para contener las fuerzas vivas adormecidas en tiempos de reivindicaciones de las demandas sociales en las décadas de los 70 – 80. Y esa política de apolítica no va a generar las transformaciones en las comunidades ni nuestra sociedad.
Ahora que menciona eso de mantener pasivas a las masas, existe la teoría de que fue la CIA —Agencia central de la inteligencia de Estados Unidos— que financió a los misioneros de la Misión Centro Americana para que introdujeran el evangelio en la región, y así mantener a las masas ocupadas en la religión y apartadas de las luchas de reivindicación social, ¿Será que esto ha provocado hasta nuestros tiempos esa apatía por la realidad nacional de parte de los cristianos?
Yo creo que las cosas se mezclaron. Yo creo que sí hubo un interés genuino de muchos misioneros y no podemos negar que nuestros antepasados anunciaron el evangelio con buenas intenciones. Sin embargo, se mezclaron otros intereses. Recuerda que Estados Unidos siempre ha tenido una guerra caliente y una fría. Por ejemplo, la guerra caliente o dura es cuando se mete el arma y cuando se entrenaban a nuestros comandos en Morazán para mantener contenida a la insurgencia donde se masacraban civiles. Y la guerra suave tenía que ver con que la gente asimilara la cultura, parte de eso era hacerle frente a la teología de la liberación que tomaba auge en la década de los 70. Entonces ahí creo que sí se juntaron intereses genuinos y mezquinos por parte de las políticas norteamericanas.
Definitivamente estamos de acuerdo con que la iglesia debe ser agente de cambio en la sociedad… ¿Pero hasta qué punto? Porque en tiempos de la guerra civil hubo iglesias que incluso se alzaron en armas.
Nuestro contexto actual es distinto. En aquellos años, las alternativas políticas y pacíficas para resolver los conflictos del país eran escasas. Había una dictadura militar que surge desde los tiempos de Maximiliano Martínez y la masacre del 32. Pero yo creo que como iglesia debemos tener claro hasta qué punto Jesús luchó por las reivindicaciones sociales. Él debe ser nuestro referente. Jesús llevó su propuesta hasta las últimas consecuencias. Pedro por su lado propuso la censura y callarse y Jesús tuvo que decirle: “no me estés diciendo eso porque estás en la misma línea de Satanás”. Y hay quienes sí llevaron hasta las últimas consecuencias las propuestas de Jesús, Monseñor Romero, por ejemplo, no se calló ante las masacres y fue determinado hasta las últimas consecuencias.
¿Por qué un evangélico pone como ejemplo de liderazgo a Monseñor Romero?
Aclaro que Monseñor Romero no le pertenece a los católicos, es más, Monseñor Romero no le pertenece a los salvadoreños, es una figura profética que trasciende fronteras.
Sí, es alguien más apreciado en otros países que acá…
Claro, es una figura que trasciende a las fronteras no solo territoriales, sino religiosas. Entonces hay que hablar lo que es. No es nuestro héroe nacional, lastimosamente, y ahí podemos ver que a veces estamos perdidos en nuestra identidad nacional.
En su libro, usted habla de empoderar a las comunidades y que el liderazgo no gire en torno a la imagen y persona del líder ¿Cómo se puede lograr eso?
Primero hay que renunciar a los modelos de liderazgo norteamericano que centran el liderazgo en el líder. Ni Jesús se centraba en sí mismo, sino en la voluntad del padre.
¿Cómo pueden hacer los pastores para empoderar a las comunidades que viven en pobreza y rodeados de violencia para cambiar esa realidad?
Conozco casos de líderes que han empoderado a pandilleros y demás gente de la comunidad creando espacios para trabajar y producir en panaderías y así llevarlos por el buen camino y ganarse el dinero dignamente. Esos pastores lograron reducir los índices de violencia en sus barrios y colonias. Y por ahí viene la apuesta de este libro, incentivar a los lectores y líderes a trabajar empoderando a las comunidades y así lograr las transformaciones sociales.
Algunos piensan que solamente a través de la vía política, fungiendo en puestos públicos, se pueden generar las transformaciones sociales ¿Cómo ve usted la participación de cristianos en la política? Pero sobre todo ¿Cómo ve usted la corrupción en la que muchas veces se ven envueltos los políticos que profesan ser cristianos?
Hay que aprovechar todo espacio de incidencia, si hay canales políticos en los cuales los cristianos pueden participar hay que hacerlo. El problema es que la clase política de este país es corrupta, pero eso se debe a que la sociedad es corrupta. La corrupción está en todo nivel. Tú ves a un cristiano en política y que es corrupto, no es que ahí se corrompió, esto es un proceso y él ya llegó corrupto. Los cristianos no llegan a corromperse en la política, ya llegan corruptos a la política. Si vemos eso a nivel de cristianos, vemos a cristianos que juntan riqueza de lo que se recoge en sus iglesias, desde ese seno que es algo sagrado hay corrupción y entonces cómo no estará también la clase política. No esperemos que cristianos corruptos lleguen a la política a hacer cosas buenas, los cristianos corruptos llegan a la política para seguir corrompiendo. Sin embargo, como creyentes sabemos que tenemos un Dios que es de imposibles y que hará algo, pero a través de creyentes que tengan una devoción por Dios y también actúen en su nombre por una sociedad que está corrompida.
Hablando de políticos, tengo entendido que los principales candidatos a la presidencia ya tienen una copia de su libro ¿Ha recibido algún comentario de parte de ellos?
Los tres lo tienen y un candidato a la vicepresidencia. No he recibido ningún comentario. Espero que lo lean y ya veremos tal vez nos reunamos con alguno de ellos para detallar algunas cuestiones. Cuando estamos en esta coyuntura nacional electorera todos son tus amigos, uno me dijo que llevaría el libro en su corazón (¡jaja!). Esperamos que así sea. Nosotros los pastores no debemos comprometer nuestro liderazgo ante los políticos, debemos comprometer el liderazgo de los políticos al proyecto de Jesús y su Reino, y que los vamos a interpelar si ellos nos están mintiendo.
Para ir finalizando, hay tantos otros aspectos de los que podríamos hablar que usted menciona en su libro, pero una pregunta imperdonable sería: ¿Cuáles son los principales desafíos de un escritor salvadoreño en una cultura que no lee?
Escribir bien y darse a conocer. Escribir algo que guste a la gente y además difundirlo. A veces uno quiere satisfacer un ego intelectual pero eso no gusta a la gente y uno tiene que aprender a escribir algo que sea fácil de leer y guste.
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